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¿Por qué los artistas venden su catálogo musical?

Updated: 3 hours ago


¿Por qué los artistas venden su catálogo musical?


Catálogos millonarios, derechos invisibles y la fiebre dorada del pop moderno

De repente, un día, te despiertas y ves el titular: “Bob Dylan vende su catálogo por 300 millones de dólares”. No es broma. Ni clickbait. Es real. Y no está solo. Shakira, Neil Young, Dr. Dre, Imagine Dragons, Justin Timberlake. Todos firmando cheques con más ceros que canciones en su setlist. Entonces te preguntas:


¿Por qué alguien vendería su obra? ¿Su alma? ¿Su historia?


Bienvenidos al nuevo oeste salvaje de la música: los catálogos son las minas de oro, las canciones son los lingotes, y los contratos… bueno, esos siguen siendo peligrosos.



¿Porqué los artistas venden su catalogo musical? Fuzz Media
¿Porqué los artistas venden su catalogo musical? Fuzz Media


El alma dividida: composición vs. grabación


Antes de entrarle al desmadre, aclaremos algo: cuando haces una canción, no estás creando una cosa. Estás creando dos:


  • El máster: la grabación final, lo que suena en Spotify.

  • La composición: la letra y la música, aunque solo exista en papel o en tu demo más chafa.


Aunque seas tú mismo quien compuso, grabó, produjo y gritó, estos derechos pueden dividirse más fácil que una banda después de su primer disco. El máster puede ser del sello. La composición, tuya (o de tu editora).Y ambos generan billete. Regalías. Dinero constante y sonante.


¿Qué demonios es un catálogo musical?


Tu catálogo es tu portafolio sonoro. Tu diario musical. Un mapa de tu evolución.Son todas las canciones que has registrado. Las lanzadas, las olvidadas, las que escribiste en el baño o con el corazón roto a las 3 a.m.


Mientras más buenas rolas (o más licencias) tengas, más vale tu catálogo. Para muchos artistas, ese catálogo es su plan de retiro. Su seguro de vida. Su tesoro escondido.


¿Y por qué lo venderían?


Buena pregunta. Aquí no hay una sola respuesta. Hay una tormenta de razones que mezclan dinero, estrategia y una pizca de paranoia:


  • Dinero rápido: ¿Prefieres 30 años de regalías chiquitas o una montaña de efectivo hoy? Muchos eligen el hoy.

  • Herencia organizada: Mejor dejar todo claro antes de que los abogados entren a pelear.

  • Menos impuestos (sí, en EE.UU. es posible): Hay trucos legales que hacen que vender sea más rentable que cobrar regalías por décadas.

  • Paz mental: Algunos simplemente quieren cerrar un capítulo. Venderlo. Quemarlo. Y seguir escribiendo uno nuevo.


¿Quién compra estas joyas?


Ahora sí: entra el capitalismo con su traje fino.

Hay empresas—como Hipgnosis, Primary Wave, Concord—que no producen música, pero compran canciones como si fueran bienes raíces.Para ellos, una canción es un edificio que siempre genera renta. No importa si es un himno de los 70 o un TikTok viral.Y plataformas como RoyaltyExchange permiten a cualquiera invertir en rolas como si fueran acciones. ¿Quieres ser dueño de un pedacito de “Yellow” de Coldplay? Bienvenido al juego.


Los nombres, los cheques, los millones


Esto no es un movimiento de jubilados nostálgicos. Es una fiebre transversal. Aquí algunos jugadores:

  • Bob Dylan: 300 millones por su catálogo de composición.

  • Shakira: vendió sus derechos de composición a Hipgnosis.

  • Justin Timberlake: 100 millones y adiós a sus clásicos.

  • Neil Young: medio catálogo por unos 150 millones.

  • Imagine Dragons: vendieron su publicación a Concord.

  • Dr. Dre: se fue con un combo completo de derechos por 200 millones.


Y muchos más están vendiendo pedazos, porcentajes, un track aquí, otro allá. No es rendirse. Es moverse.


¿Y en México? Otra historia…


Aquí las leyes bailan otra cumbia.


En México (y en Europa continental también), no puedes vender tu derecho de autor moral, ni aunque quieras. Es intransferible. Te pertenece para siempre. Aunque firmes un contrato en servilleta, el crédito como autor es tuyo por ley.Lo que sí puedes vender o ceder son los derechos patrimoniales: reproducción, ejecución, sincronización, etc.

Entonces, si firmas con una editorial, ellos no serán dueños de tu canción. Solo serán tus representantes, como una agencia de bienes raíces que mueve tus rolas a series, comerciales, playlists o películas. A cambio, se llevan su tajada.


Pero si fueras gringo y no leyeras bien tu contrato… ahí sí podrían quedarse con todo. Hasta con tus coros más personales. Ouch.


¿Y tú, artista independiente? ¿Qué haces con todo esto?


Escucha bien:

Tus canciones no son solo arte. Son patrimonio. Son activos. Son capital.


Hoy, vender un catálogo es lo que vender una casa fue en los 90: una jugada financiera. Pero para llegar ahí, necesitas construirlo. Canción por canción. Registro por registro.

La música ya no es solo pasión. Es también estrategia.


Aprende tus derechos. Registra tus obras. Entiende tus contratos.Y si un día alguien te ofrece una suma absurda por tu catálogo, que sea porque tú lo construiste bien, lo entendiste mejor y sabes exactamente lo que estás entregando.


Porque esto no se trata solo de vender. Se trata de que tu historia tenga un precio justo.



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