Crazy Train: Un tributo personal a Ozzy Osbourne y Randy Rhoads
- Luis Guevara
- Jul 23
- 4 min read
Crazy Train: Un tributo personal a Un tributo personal a Ozzy Osbourne y Randy Rhoads
El 22 de julio de 2025 se nos fue una leyenda. El mismísimo Príncipe de las Tinieblas, Ozzy Osbourne, partió al más allá—seguramente con alas de murciélago en vez de plumas.
Pero no vengo a hablarles, queridos lectores, sobre su vida ni sobre cómo fue uno de los grandes creadores del metal. Prefiero rendirle tributo de forma más íntima: contando cómo su música me influenció cuando apenas era un adolescente que empezaba a tocar la guitarra.
Recuerdo la primera vez que escuché Crazy Train. Tenía 12 años, llevaba un año con la guitarra, y ese riff cambió todo. La hipnótica voz de Ozzy, el solo furioso, la energía desbordada. Todo encajaba. Ese día decidí que algún día iba a poder tocar esa canción.

Me obsesioné. Me metí a ver los pocos tutoriales en YouTube de aquel entonces. La mayoría eran pésimos, pero uno me llevó a un video en vivo de los 80’s: un set de televisión donde un joven Ozzy, vestido con un traje azul brillante y tiras plateadas que deletreaban “OZZY”, cantaba al lado de un guitarrista rubio de melena larga: Randy Rhoads.
Fue como encontrar oro.
Randy usaba una Gibson Les Paul color crema y dos amplificadores Marshall. Lo estudié cuadro por cuadro. Luego me topé con otro video del mismo set, esta vez tocando Mr. Crowley, y ahora Randy tenía una Flying V negra con puntos blancos. Cuando escuché ese solo, supe que estaba frente a uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos.
Fui a Saharis. Encontré el disco Tribute, con una portada en blanco y negro donde Ozzy cargaba a Randy como si fuera una leyenda caída en batalla. Lo escuché cientos de veces.
Luego leí el libreto y me enteré de la tragedia: Randy había muerto... y solo tenía 25 años. Me dolió como si hubiera perdido a un hermano que nunca conocí. Desde entonces, Randy Rhoads se convirtió en mi guitarrista favorito. A día de hoy, sigue siendo uno de mis tops.
La Partida y Renacimiento de Ozzy
Después de Paranoid y años de gloria con Sabbath, las tensiones y el abuso de sustancias cobraron factura. En 1979, lo echaron. Ozzy cayó en una espiral depresiva. Pero Don Arden, su entonces manager, lo firmó con Jet Records para un nuevo proyecto. Su hija Sharon, enviada a "cuidar de Ozzy", fue la chispa que lo encendió otra vez. Querían que llamara a su nueva banda Son of Sabbath, pero Ozzy lo odiaba. Sharon lo convenció: sería solista.
Así nació Blizzard of Ozz, grabado con una alineación de lujo: Bob Daisley, Don Airey, Lee Kerslake y, claro, Randy Rhoads. Fue un regreso triunfal. Sin singles en el top 40, Blizzard se volvió cuádruple platino. Sonaba fresco, atrevido, distinto. Metal con tintes clásicos. Randy había traído la luz en medio de tanta oscuridad.
El Niño Prodigio
Randy nació en Santa Monica en 1956. Su madre era maestra de piano y tenía una academia musical, donde Randy aprendió guitarra clásica y teoría desde muy chico. Su talento fue tan desbordante que su propio maestro renunció: “No tengo nada más que enseñarle”, dijo.
A los 16 años ya daba clases y tocaba en clubes. Fundó Quiet Riot con sus amigos de la prepa, y compartía escena con Van Halen. Pero el futuro de la banda se veía incierto. Fue entonces que apareció Ozzy.

El Encuentro de Titanes
Dana Strum, un conocido del circuito angelino, insistió para que Randy audicionara con Ozzy para su nueva banda. Randy no quería, pero accedió para quitarse de encima las llamadas. Llegó al estudio, enchufó su guitarra, tocó unos riffs… y Ozzy—borracho como un pirata—lo contrató al instante. “¿Estoy tan drogado o estoy escuchando magia?”, dijo. Randy voló a Inglaterra y vivió unas semanas con Ozzy y su familia, componiendo en un ensayo improvisado dentro de una cabaña en el campo.
Lo que vino después fue historia.
Estrellato Inmediato
Blizzard of Ozz fue una revolución. Randy mezcló su formación clásica con riffs pesados y escalas barrocas. Nació así el neoclassical metal. Lo que alguna vez hizo Ritchie Blackmore, Randy lo llevó al límite.
Después vino Diary of a Madman en 1981. Ambos discos mostraban a un Ozzy renacido y a un Randy inmortal. Pero los demonios del príncipe no lo soltaban. Las tensiones crecieron. Randy ya pensaba en irse.
El Vuelo Final
El 18 de marzo de 1982, Randy tocó su último show en Knoxville. Al día siguiente, tras detenerse en una propiedad privada para reparar el aire acondicionado del autobús, el conductor—también piloto—tomó un avión sin permiso. Subió a Randy y a la maquillista Rachel Youngblood para dar un “paseo”. El avión se estrelló contra una mansión. No hubo sobrevivientes.
Randy murió a los 25. Justo cuando estaba escribiendo historia.
Hoy, mientras el mundo llora la partida de Ozzy, yo sigo pensando en ese niño de 12 años que escuchó Crazy Train por primera vez y sintió que la música podía abrir portales. Ozzy fue mucho más que el Príncipe de las Tinieblas. Fue un guía, un chaman eléctrico que nos enseñó a gritar, a romper, a crear. Y Randy fue su ángel de seis cuerdas.
Conociendo esta historia aprendí sobre lo que es tener una banda y como la vida puede ser dura.
Y si alguna vez han sentido la electricidad recorrerles la espalda al escuchar un riff... saben de lo que hablo.
Ozzy, gracias por no rendirte.
Randy, gracias por la magia.
Nos vemos en la próxima estación del tren.
All aboard.

Comments